Impone Clara Brugada el gabinete que le impone el Gobierno “a favor de la gente”, una de sus utopías
¿Cómo es que a un gobierno “a favor de la gente” como lo nombra Clara, garante del pleno ejercicio de derechos políticos de los capitalinos, entre ellos, a la organización, la manifestación, la libre expresión de las ideas y la libre elección de las autoridades, se le imponen funcionarios tecnócratas con trayectorias manchadas por la corrupción, la ambición, el abuso del poder y los escándalos de ineficiencia en el servicio público?

Por: Nora Villegas
Ciudad de México.- Clara Brugada, jefa de gobierno de la Ciudad de México, mujer bañada de pueblo, amiga del barrio, bajada del Cerro de la Estrella (Iztapalapa) a tamborazos, acaba de nombrar un nuevo director del Sistema Colectivo Metro, que nada tiene que ver con los valores, principios y compromisos de la transformación “chambeadora, tempranera, alegre, imparable, joven, libre, artística y diversa, amorosa, colorida y brillante” que prometió Clara Brugada durante su campaña.
Como Adrián Ruvalcaba Suárez, que es un político que jamás en su muy acaudalada y lujosa vida en la Ciudad de México se ha subido al Metro y en nada corresponde su actuar como delegado en Cuajimalpa con el gobierno honesto, transparente y “cero corrupción” que Clara prometió, así están los miembros de su gabinete, un equipo de trabajo reciclado, sin aportaciones importantes, ni metas alcanzadas, tecnócrata al más puro estilo de aquellos tiempos en los que gobernaba el PAN.
Con un gabinete legal impuesto, Brugada Molina obedece las órdenes de Claudia Sheinbaum, que a su vez obedece las de Andrés Manuel López Obrador, que a su vez obedece a los intereses más oscuros y mezquinos de los hombres y mujeres que manejan los hilos de la economía y la política mexicana.
¿Cómo es que a un gobierno “a favor de la gente” como lo nombra Clara, garante del pleno ejercicio de derechos políticos de los capitalinos, entre ellos, a la organización, la manifestación, la libre expresión de las ideas y la libre elección de las autoridades, se le imponen funcionarios tecnócratas con trayectorias manchadas por la corrupción, la ambición, el abuso del poder y los escándalos de ineficiencia en el servicio público?
La tecnocracia mexicana es una élite de funcionarios y políticos que conforman una ideología de dominación y autoritarismo, basada en la competencia técnica de “los estudiados” sobre los gobernados y de su capacidad de inserción y control de posiciones estratégicas en la élite política (whitexicans para los cuates).

Desde los años treinta, en México se enquistó en el gobierno una clase de políticos y funcionarios cuyo liderazgo está basado en el nivel de especialización y educación, es decir, a mayores y más rimbombantes títulos educativos y formalmente mejor educados, creemos que su función social y política será mejor. Sin embargo, la historia y la experiencia nos ha demostrado que esta creencia está muy lejos de ser cierta.
Este grupo de laureados con títulos en el extranjero no ha sido capaz de demostrar que su sabiduría especializada funciona, sus miembros se han caracterizado por ser absolutamente incapaces de establecer comunicación con la sociedad y considerar la opinión de los demás, están adiestrados para imponer políticas orientadas a la eficacia de los resultados, prioritariamente en el sector financiero, y lo que los demás opinemos no interesa.
Afirma Rogelio Hernández Rodríguez, doctor en Ciencia Política de la Universidad Nacional Autónoma de México, en su artículo “Entre la racionalidad tecnocrática y la gobernabilidad. La importancia del consenso político en México” “están más que seguros de que ellos poseen el conocimiento especializado para entender las decisiones.” Y punto, no hay diálogo, ni nada de esas cosas que solo se le ocurrieron en campaña a Clarita Brugada.
Los tecnócratas no utilizan sus conocimientos adquiridos en Harvard, Yale, Oxford o la UNAM, en sus puestos directivos, ellos toman decisiones con base en datos comprobables y no en valoraciones o intereses grupales. Un tecnócrata es ese político que construye una escuela preparatoria en una colonia marginada y pobre en donde ningún habitante sabe leer y escribir.
Los tecnócratas consideran el mundo desde su posición social y económicamente alta, es una élite, ellos son los artífices de las cifras felices, porque la política social sigue y seguirá siendo deficiente y el gobierno seguirá siendo ineficaz, porque los tecnócratas son incapaces de tener perspectiva social; “no sólo se ha desplazado la política como recurso útil para la convivencia social, sino que se ha eliminado el principal recurso que el sistema político había creado para acercarse a la sociedad, el corporativismo”, afirma Hernández Rodríguez en su artículo.
Con nombramientos como el del director del Metro o el de la fiscal General de Justicia, Brugada Molina traiciona su promesa de ponderar el diálogo y la participación ciudadana, ¿en dónde quedaron los procesos colectivos de consulta, deliberación y toma de acuerdos en asambleas comunitarias que prometió? ¿Cuándo se van a conformar los observatorios y contralorías ciudadanas sobre los problemas de mayor preocupación social con evaluación permanente que prometió en campaña?
No queremos expriístas y expanistas en su gestión, queremos gente con probada trayectoria, aunque su experiencia la hayan adquirido en el pasado o sean herencias o pagos políticos de otros sexenios, que al menos presenten resultados tangibles, que se revise públicamente su currículum, así como todos los mexicanos tenemos que demostrar cuando pedimos un trabajo de 12 mil pesos mensuales, ¡así, igual!.
Los titulares del gabinete de Clara Brugada que deberían atender directamente a los capitalinos más desposeídos son: Araceli Damián González, Inclusión y Bienestar Social (Sibiso), doctorada la Universidad de Londres, estudiante en Brístol y Manchester, sin absolutamente ningún resultado visible.
Nadine Flora Gasman Zylbermann, Secretaría de Salud (Sedesa), doctorada en la Universidad de Johns Hopkins y estudios en Harvard, poliglota, consultora de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otras organizaciones internacionales, pero en el sector salud en México no cuenta con ninguna experiencia.
Inés González Nicolás, Secretaría del Trabajo y Fomento al Empleo (STyFE), maestra por la Universidad Autónoma de Barcelona, estudios en Canadá, participó en la elaboración y coordinación del diálogo sindical, en el que tampoco avanzó gran cosa, pues las condiciones laborales de los capitalinos siguen estancadas en los pantanos de la corrupción, el charrismo, el outsourcing, la desigualdad y la falta de derechos.
Tomás Pliego Calvo, Secretaría de Atención Ciudadana, sus estudios los realizó en La Habana, Cuba, fue diputado local, coordinador del gabinete de Seguridad Ciudadana en el gobierno de Claudia Sheinbaum en la Ciudad de México, tampoco se le conocen grandes méritos de cambio o transformación, su mayor mérito político ha sido ser hijo de Francisca Victoria Calvo Zapata, guerrillera de la Liga Comunista 23 de septiembre.
Manola Zabalza Aldama, Secretaría de Desarrollo Económico (Sedeco), estudió economía en París, Francia y en Londres, a ella la recomendó Marcelo Ebrard y el único mérito presumible es haber ganado un premio que da el Consejo Coordinador Empresarial, por un trabajo ¡el mar de alejado de los pobres!
Dapthne Cuevas, Secretaría de las Mujeres (SeMujeres), tiene una maestría en la Universidad Anáhuac y estudios de posgrado en Washington D.C., Estados Unidos, tampoco ha hecho ninguna diferencia política en materia de género.
Juan Pablo de Botton Falcón, Secretaría de Administración y Finanzas (SAF), funcionario cercano a Andrés Manuel Obrador, cuenta con estudios en la Universidad de California en Los Ángeles y ha sido vicepresidente Asociado de Banca Corporativa en Citibanamex y director general de Nacional Financiera (Nafin) y del Banco Nacional de Comercio Exterior (Bancomext).
Alejandra Frausto en Cultura, viene del gobierno de López Obrador, no cuenta un solo acierto, ni resultado palpable en la materia, antes, fue señalada por la falta de transparencia durante su gestión.
Y así sucesivamente, por mencionar algunos, por donde le busquemos, estamos lejos, muy lejos de ser representados por un gobierno a pie de calle, todo es discurso electoral, Clara Brugada es la menos estudiada de todo el gabinete, es la que hizo sencillos estudios en la Universidad Autónoma Metropolitana y la única, de todo su equipo, que conoce a fondo Iztapalapa.