Así operaba Gertz Manero, cuando fue Secretario de Seguridad de la CDMX
Gertz dio muestras de su desempeño tan sólo en los primeros cuatro meses de gestión al frente de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal: el robo con violencia la disminuyó de 59 mil 380 casos a 29 mil 176; redujo el robo sin violencia de 41 mil 611 a sólo 19 mil 763 casos denunciados.

Por. J. Jesús Lemus
Antes de ser diputado, Alejandro Gertz Manero fue secretario de Seguridad Pública del Distrito Federal, de 1998 a 2000, durante las administraciones de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y Rosario Robles Berlanga. Allí, envuelto en el halo de la discrecionalidad vengativa, no faltó a su naturaleza: pocos reflectores, mucha observación. Calculador. Haciendo lo suyo, estando en todo sin estar presente, operó como el operador que siempre ha sido; atento al escenario, desde lo lejos, para tener mejor perspectiva del entorno.
Bajo esa fórmula, Gertz pudo ofrecer buenos resultados en su encomienda. De agosto de 1998 a noviembre de 2000 logró reducir notoriamente los índices de delincuencia, que ya eran por demás elevados, en la Ciudad de México, y eso popularmente fue el principal rasgo del gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas.
Gertz dio muestras de su desempeño tan sólo en los primeros cuatro meses de gestión al frente de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal: el robo con violencia la disminuyó de 59 mil 380 casos a 29 mil 176; redujo el robo sin violencia de 41 mil 611 a sólo 19 mil 763 casos denunciados.
Por lo que hace al delito de fraude, bajó de 5 mil 653 eventos a 2 mil 464, mientras que el delito de abuso de confianza disminuyó de 2 mil 71 denuncias a 874. Todo ello sin recurrir a mayores presupuestos ni al incremento de elementos de policía… ¿Únicamente a base de estadísticas? Pudiera ser, pero esa situación le valió a Gertz Manero el reconocimiento no sólo del jefe de Gobierno del Distrito Federal, sino también del mismo presidente de la República, Ernesto Zedillo Ponce de León.
Entre otros delitos que en esos primeros cuatro meses de gestión Alejandro Gertz Manero también logró disminuir en la Ciudad de México se encuentran el de lesiones intencionales, que pasó de 16 mil 364 eventos a 8 mil 131. El delito de homicidio doloso bajó de 613 a 334[1].
Los delitos sexuales se redujeron de mil 675 a sólo 334. El de secuestro bajó de 35 a 31 denuncias. Y el de delitos contra la salud, casi de manera mágica, cayó de 3 mil 111 a únicamente 119 denuncias con detenido ante el agente del Ministerio Público.
¿A qué se debió ese decremento de los índices delictivos? Nada más hay una respuesta, si no se quiere considerar el tan socorrido maquillaje de cifras: el pacto con los principales grupos delictivos que estaban operando ya en la Ciudad de México. Después de todo, el uso de delincuentes para cumplir con su encomienda oficial no es camino no andado por Gertz Manero.
Ya lo hizo cuando estuvo al frente de la Operación Cóndor, cuando se valió del narcotraficante Humberto Rodríguez Bañuelos, la Rana, y no hubo nada que se lo impidiera cuando fue secretario de Seguridad de la Ciudad de México.
En versión de una fuente, que estuvo preso en una cárcel federal durante 18 años y que a cambio de hablar para esta investigación pidió sólo ser identificado como “Tito” —por temor a una represalia del hoy poderoso fiscal—, cuando Gertz fue secretario de Seguridad Pública de la capital del país “buscó el acercamiento con los líderes de muchos de los grupos delictivos que trabajaban de la ciudad [de México], a los que —a cambio de impunidad— les propuso la pacificación de las zonas más conflictivas del Distrito [Federal]” .
El encargado de hacer contacto con estos grupos fue Guillermo González Calderoni, comandante de la Policía Judicial Federal, quien —a decir de “Tito”— fue muy cercano a Gertz Manero. Se conocieron en la PGR, cuando Gertz Manero era el coordinador nacional de la Campaña contra el Narcotráfico, en 1975.
En ese año Guillermo González Calderoni causó alta dentro de la PGR y fue asignado como policía de combate al narcotráfico dentro del mismo programa que Gertz coordinaba a nivel nacional. Cuando a González Calderoni lo ascendieron a comandante de la Policía Judicial, “Tito” fue uno de los muchos policías que estuvieron a su cargo.
“Tito”, ya de edad avanzada, a sus 72 años narró que él mismo fue uno de diez policías que, estando bajo el mando de Guillermo González Calderoni, en 1998, y trabajando para la PGR, se dieron a la tarea encomendada por su comandante, quien dijo que se trataba de un favor para el secretario Gertz, para dialogar con miembros de las principales pandillas —todavía no reconocidas como cárteles— que por su grado delictivo asolaban a la Ciudad de México.
A “Tito” le tocó negociar con una persona de nombre José Barandas, alias el Banderillas, que encabezaba un grupo delictivo conocido como Los Banderillas o Los Bandera, el cual operaba en la demarcación de Iztapalapa y que posteriormente se sumaría al que hoy se conoce como el Cártel de la Unión Tepito.
Según “Tito”, la orden del comandante Guillermo González Calderoni incluía dar impunidad a los grupos con los que se dialogara, así como brindar protección a los miembros de esas organizaciones criminales, a cambio de que dejaran de asolar sus respectivas demarcaciones, principalmente en horas del día.
La instrucción fue no atentar contra familias en la vía pública, respetar a las mujeres y sobre todo no cometer ilícitos en las zonas de mayor actividad comercial, incluidas todas las estaciones del metro. Se hizo hincapié en disminuir todos los delitos que tuvieran que ver con hechos de sangre, principalmente homicidios y lesiones, además de narcomenudeo .
Estas acciones comenzaron a gestionarse hacia septiembre de 1998, apenas Gertz Manero llegó a la Secretaría de Seguridad Pública. Los resultados fueron visibles en diciembre de ese mismo año, cuando —por citar un ejemplo— el número de delitos contra la salud (narcomenudeo) bajó de 3 mil 111, que se habían registrado entre enero y agosto, a sólo 119, registrados entre septiembre y diciembre de ese mismo año.
Por la amistad que unía a González Calderoni con Gertz Manero —explica “Tito”—, el comandante de la PGR, entonces todavía destinado a la lucha contra el narco, también metió en cintura a las pandillas que posteriormente dieron origen a los cárteles capitalinos La Ronda 88, Los Baltas, Los Rodolfos, La Madame, Los Trompas de la Merced y La Banda de El Chori, dedicados principalmente al narcomenudeo, el robo con violencia, la extorsión y el secuestro.
También se logró una importante reducción de la incidencia en delitos como agresiones sexuales, asaltos sin violencia, robos en el transporte público y fraude, principales actividades a las que se dedicaban las bandas que después se integrarían en los grupos conocidos como cárteles de Los Malcriados, Los Pelones, Los Tanzanios, Las Borregas, Los Charcos y Los Rudos, todos ellos regenteados por el comandante de la PGR Guillermo González.
Para dejar en claro quién era Guillermo González Calderoni, basta recordar que fue el protagonista de la alianza que formalizaron, a inicios de la década de 1980, los cárteles de Los Valencia, de Michoacán, y del Golfo, de Tamaulipas, esto a petición directa de Juan García Ábrego y Óscar Malherbe de León, las cabezas del narcotráfico en Tamaulipas, quienes también dieron origen al Cártel de Los Zetas.
A causa de los oficios mediadores de Guillermo González Calderoni, siendo comandante de la PGR, se logró la alianza entre Juan García Ábrego y Armando Cornelio Valencia, con lo que se constituyó una de las rutas de trasiego de drogas más importes en México, desde Michoacán hasta Texas.
Los oficios de González Calderoni, que seguramente no eran desconocidos para Gertz Manero, fueron los que le permitieron a este, a través de una leve disminución negociada en los índices delictivos, apuntalarse —al menos así se promocionó— como un eficiente secretario de Seguridad de la Ciudad de México, al grado que fue considerado uno de los mejores secretarios de Seguridad de todas la entidades federativas.
Ese exagerado reconocimiento no sólo corrió a cargo del jefe de Gobierno Cuauhtémoc Cárdenas, sino también del presidente Ernesto Zedillo Ponce de León. Posteriormente, así sería reconocido también por el sucesor de Zedillo, el panista Vicente Fox, quien por esa supuesta eficiencia de Gertz lo llamó a colaborar en el gabinete presidencial como secretario de Seguridad Pública a nivel federal.
Los datos con los que Gertz magnificó su gestión como encargado de la seguridad de la Ciudad de México no fueron muy significantes, pero supo promocionarlos bien a través de la prensa: en un año de gestión logró reducir el delito de robo sin violencia, pasando de 64 mil 373 eventos en 1998 a 58 mil 639 en 1999.
También disminuyó el delito de fraude, que al inicio de su gestión se ubicaba en 8 mil 117 denuncias por año y en 12 meses lo bajó a 5 mil 55 hechos denunciados. Lo mismo sucedió con el delito de abuso de confianza, que un año antes era de 2 mil 945 casos, pero al siguiente lo redujo marginalmente a 2 mil 431.
Por lo que hace al delito de lesiones dolosas, lo redujo de 24 mil 945 eventos a 23 mil 926 al año siguiente. En cuanto al delito de homicidio doloso, pasó de 947 a 880 casos.
En términos generales, Gertz redujo en la Ciudad de México la mayoría de los delitos con los que la Secretaría de Gobernación cuantifica el índice de violencia de una entidad. Los únicos delitos con lo que no pudo, pese a la gestión de diálogo con los líderes de los principales grupos delictivos de la capital del país, fueron los de robo con violencia, que de 1998 a 1999 pasaron de 88 mil 556 a 88 mil 691; el de delitos sexuales, que creció de 2 mil 584 a 2 mil 906, y el de secuestro, que pasó de 66 eventos a 120.
Según el informe anual de incidencia delictiva del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), en el año 2000, el último de gestión de Gertz como secretario de Seguridad Pública del Distrito Federal, también crecieron los delitos sexuales, que pasaron, en comparación con 1999, de 2 mil 906 a 3 mil 180 . Igual sucedió con el delito de secuestro, que en ese el último año creció de 120 casos a 141.
Si se comparan los delitos que se registraron en la Ciudad de México durante la gestión de seguridad de Gertz con los índices nacionales, queda claro que su trabajo resultó poco favorable. Sin embargo, fue otro factor el que contribuyó a su promoción personal como servidor público eficiente…
[1] Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, “Incidencia delictiva del Fuero Común 1998”, Ciudad de México, enero de 1999.