La contaminante industria de la moda y los textiles

Las empresas textiles que tiñen y lavan telas también registran el uso de otras sustancias como el fosfato de tributilo y la tricloroanilina, además de surfinol, metoximetil y diisobutil ftalato, señaladas por grupos ambientalistas como peligrosas para la salud humana y altamente tóxicas para la vida acuática.

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Por. J. Jesús Lemus

La industria textil y del vestido en México es una de las más dinámicas y con más crecimiento en los últimos años. Al cierre de 2024, esta actividad produjo 938 mil 733 millones de dólares. De acuerdo con la Secretaría de Economía, para el cierre de 2025 el sector estará integrado por más de 30 mil empresas, entre nacionales y trasnacionales, de las cuales 37% señalan que no necesitar agua para sus procesos industriales, pues están dedicadas solo a la confección y tejido de ropa.

En contraparte, 29 900 fábricas de este ramo sí requieren uso de agua para sus actividades productivas, como la elaboración, el lavado y teñido de las telas. El resultado es no solo la desmedida extracción del recurso, sino los altos índices de contaminación con compuestos químicos de difícil degradación en los acuíferos adyacentes.

El principal contaminante que genera esta industria es un compuesto orgánico que pertenece a la familia de los nonilfenoles. Se trata de un “contaminante ambiental persistente y muy conocido, con propiedades capaces de provocar trastornos hormonales” ; es corrosivo para los ojos, la piel y el tracto respiratorio, cuya inhalación prolongada puede generar edema pulmonar, afectar la fertilidad y causar riesgo para el feto durante el embarazo.

Las empresas textiles que tiñen y lavan telas también registran el uso de otras sustancias como el fosfato de tributilo y la tricloroanilina, además de surfinol, metoximetil y diisobutil ftalato, señaladas por grupos ambientalistas como peligrosas para la salud humana y altamente tóxicas para la vida acuática.

Greenpeace ha señalado que en su degradación en el ambiente el fosfato de tributilo libera gases tóxicos que contienen óxido fosforoso, óxido de carbono y fosfina. Al inhalarse pueden causar dolor de cabeza, vértigo, náuseas, dolor de garganta, convulsiones, dificultades respiratorias, edema pulmonar, además de trastornos severos en el sistema nervioso central.

De acuerdo con informes de esa misma organización, la tricloroanilina, utilizada en los procesos de pigmentación, al inhalarse o ingerirse aun en mínimas cantidades, genera vértigo, inconsciencia, ansiedad, náusea, vómitos, dolor de cabeza, convulsiones y sueño, igual que sucede con la absorción constante del surfinol y el metoximetil.

En el caso del diisobutil ftalato, su invasión al organismo humano se asocia con mala calidad del semen y alteraciones al código genético de los espermatozoides, así como con reducción de hormonas sexuales en varones adultos e infertilidad. También se le atribuye el acortamiento de la distancia anogenital en niños varones y el agrandamiento patológico de una o ambas glándulas mamarias en el hombre (ginecomastia), además de bajo peso al nacer, obesidad abdominal y resistencia a la insulina.

El doctor Fernando Campos, especialista en medicina crítica del Instituto Salvador Zubirán, asegura que los efectos de los químicos desechados por la industria textil en la salud poblacional no están plenamente demostrados, pues no existen estudios con alto nivel de evidencia en las poblaciones expuestas a estos contaminantes. Sin embargo, a partir de algunos estudios experimentales (en modelos de ratas) de otros países publicados en revistas científicas especializadas, Campos dice que al menos los nonilfenoles, el fosfato de tributilo, la tricloroanilina, el surfinol, el metoximetil y el diisobutil ftalato, no son sustancias benignas en el organismo humano.

El doctor Campos considera que cuando se absorben en el organismo, los nonilfenoles pueden ser responsables de afectaciones al sistema endocrino y al sistema reproductor masculino, con evidencia de trastornos morfológicos a nivel testicular, así como en movilidad y cantidad de espermatozoides.

Según el especialista, la tricloroanilina es también responsable de problemas de toxicidad renal a causa de los radicales libres que genera; en tanto que el surfinol, como surfactante tóxico, ocasiona efectos negativos en la fertilidad de mamíferos. Por su parte, el metoximetil es un agente químico cuyo contacto causa irritación en la piel y mucosas, mientras que el diisobutil ftalato ocasiona daños endocrinos para fines reproductivos, además de estar asociado con neurotoxicidad, hipersensibilidad de contacto y efectos nocivos sobre el sistema glandular.

Ante la evidencia de daños ambientales y a la salud que produce la industria textil, la normatividad para evitar el desecho de sustancias tóxicas es limitada y la autoridad federal es prácticamente omisa. Además, en el tema hay un escaso compromiso de parte de las empresas. A lo anterior se suma el hecho de que “en México existe una cultura de secretos, en especial en lo que concierne a la industria. Mucha de la información sobre los permisos de las empresas para descargar aguas residuales y las inspecciones gubernamentales se clasifica como confidencial”.

LA PERNICIOSA MEZCLILLA

Desde su aparición a finales del siglo XIX, la mezclilla ha sido una de las telas más populares y durables, pero también de las más contaminantes. En nuestro país hay al menos 272 empresas del rubro, asentadas principalmente en 10 entidades: Tlaxcala, Hidalgo, Coahuila, Durango, Querétaro, Aguascalientes, Guanajuato, Puebla, Jalisco y Estado de México.

Según la Cámara Nacional de la Industria del Vestido, México es uno los principales productores de mezclilla, solo por debajo de China. El gobierno mexicano registra en sus estadísticas los grandes ingresos que esta tela representa para la macroeconomía, pero poco repara en la forma en que la industria sostiene sus niveles de producción, consumiendo los mantos freáticos y siendo un foco de enfermedades que afecta las zonas aledañas a las plantas productivas.

En Teziutlán y Tehuacán, Puebla, operan 14 de las 42 fábricas de mezclilla más importantes del país, con un costo social que ya está afectando a la población. La instalación de las fábricas textiles en estos municipios se debe a la riqueza hídrica de la zona, así como a los privilegios que han recibido del gobierno federal en el suministro de agua. En Tehuacán la mayor parte del líquido la aporta el deshielo del Pico de Orizaba, y en Teziutlán los manantiales de Chignautla.

La industria de la mezclilla presume ser el principal generador de empleos en ambas regiones, pero en términos reales ocupan a menos de 0.1% de la población económicamente activa: en Tehuacán la planta textil da empleo a 2 600 personas y en Teziutlán a menos de 1 700.

Con una población de 97 590 habitantes, en Teziutlán se registra uno de los índices de defunción infantil más altos de Puebla a causa de la actividad industrial: 44.69 por cada 10 mil habitantes.  Las principales causas de muerte son padecimientos que tienen que ver con la escasez o la contaminación del agua. Destacan las enfermedades gastrointestinales, del riñón y del tracto respiratorio, así como el cáncer en cualquiera de sus manifestaciones.

Por su parte, en Tehuacán, con una población de 319 375 habitantes y también con una creciente actividad industrial empujada principalmente por la textil, hay un índice de mortalidad infantil de 26.67 por cada 10 mil personas. Al igual que en Teziutlán, las principales causas de deceso en este municipio son enfermedades del tracto intestinal, el hígado, el riñón y las vías respiratorias, que guardan una estrecha relación con la escasez o la contaminación del agua. Hay que resaltar que en esta localidad al sur oriente del estado, la principal causa de muerte entre la población son las enfermedades del hígado, con una incidencia de 60 personas al año, por cada 100 mil habitantes. Según el IMSS, esta cifra es la más elevada no solo de Puebla, sino del país.

Iván Zárate Temaxtle, director del departamento de ingeniería industrial del Instituto Tecnológico de Tehuacán, reconoce los claroscuros de la industria textil: por un lado, admite el aporte de las fábricas a la economía de la zona por medio de la generación de empleo, pero también observa la afectación que sufre la población a causa de la emisión de contaminantes. Entre las sustancias más peligrosas, dice el maestro Zárate, se encuentran “los compuestos de potasio, que se utilizan para el lavado de la mezclilla, a fin de fabricar prendas que son demandadas por la moda”.

No es extraño que en Tehuacán los índices de enfermedades hepáticas se hayan incrementado a partir de 1990, año en que se asentó aquí la industria de fabricación de mezclilla, descargando aguas tóxicas sobre los cauces que cruzan gran parte de la zona poblacional. La cifra de decesos por tumores malignos en Tehuacán, principalmente en estómago y cerebro, es una de las más elevadas del país. Esta región compite con las estadísticas negras de este tipo de padecimientos que se registran en áreas de alta contaminación por la industria minera, como Cananea, en Sonora, Guadalupe y Calvo, en Chihuahua, y Aquila, en Michoacán, donde el promedio de muertes por tumores cancerígenos es de 15 personas por cada 10 mil habitantes.

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