Brilla la terca necedad de Sheinbaum por proteger a los narco políticos de la 4T

Por. J. Jesús Lemus
La salida de Pablo Gómez de la Unidad de Inteligencia Financiera no es porque sí. Es una exigencia del gobierno del presidente Donald Trump, luego que el Departamento del Tesoro presentó pruebas que indican que Pablo Gómez volteó deliberadamente a otro lado cuando Alfonso Romo estaba lavando dinero para los cárteles de Jalisco, de Sinaloa y del Golfo.
La presidenta con A puede decir lo que quiera a favor de Pablo Gómez, y hasta inventarle el cargo de Coordinador de la Comisión Presidencial para la Reforma Electoral, pero en el fondo Claudia Sheinbaum sabe que Pablo Gómez fue uno más de los muchos narcofuncionarios que colaboraron con el presidente Andrés Manuel López Obrador.
De todas formas, ya no interesa cuántos funcionarios del pasado gobierno de Andrés Manuel López Obrador, como Pablo Gómez, Adán Augusto, Rubén Rocha, Alfonso Romo, se hayan coludido con los grupos criminales, ya no habrá persecución por parte del gobierno norteamericano.
La presidenta Claudia Sheinbaum logró un acuerdo oscuro con el presidente Donald Trump: a cambio de impunidad -de que la justicia norteamericana no reclame a los narcopolíticos de Morena-, México entregará a la industria minera norteamericana la mitad de sus reservas de litio.
Dentro de las medidas no arancelarias a las que se obliga el gobierno mexicano ante el gobierno de Estados Unidos, se establece de manera muy clara que las empresas mineras norteamericanas tendrán el privilegio de asociarse con el estado mexicano en la explotación de las reservas de litio extendidas en todo el territorio mexicano.
También como parte de las medidas no arancelarias a respetar por México, con la intención de que no se apliquen los aranceles del 30 por ciento a todas las exportaciones mexicanas al mercado estadunidense, y no reclamar a los narcopolíticos, nuestro país, a través de la presidenta Sheinbaum, ofreció limitar capitales extranjeros de inversión en el país, salvo los norteamericanos.
De esa forma, quedó salvado el tema con el que había estado presionando el presidente Donald Trump a la presidente Sheinbaum, con aquello de que “los presidentes mexicanos estaban en el bolsillo del narco”, que “los narcos tenían petrificado al gobierno mexicano”, que “México era un estado asociado a los grupos criminales”.
Donald Trump nunca dijo una mentira en sus señalamientos sobre la existencia de un Estado mexicano coludido con el crimen organizado, y una clase gobernante al servicio de los cárteles de las drogas. Por eso Claudia Sheinbaum fue llevada contra las cuerdas.
Ya en el punto de rendición, en el quiebre, cuando la presidenta de México sabía -y así lo entendió Trump- que ya no se podría sostener a la clase política ligada al crimen, fue cuando el propio presidente Donald Trump ofreció -como buen negociante que es- una “salida digna”.
Esa salida fue la que, desde un principio, desde que Trump usó su estrategia de los aranceles y la designación de los grupos narcoterroristas, planeó llegar a ella: ofrecer a la presidenta Sheinbaum olvidarse de los narcopolíticos a cambio de un poco de nuestro litio.
Y a cambio de la mitad del litio mexicano, en una especie de ganga política, el presidente Donald Trump también le dio a la presidenta con A la posibilidad de que se haga cargo de su propio plan de seguridad, sin injerencias ni intromisiones por parte del gobierno de Estados Unidos.
La última intromisión del presidente Trump, en la vida política interna de México, al menos así se considera, es justamente la salida de Pablo Gómez de la Unidad de Inteligencia Financiera, en donde ha quedado demostrado que Pablo Gómez, el viejo comunista pasado a vividor del presupuesto, estuvo protegiendo el lavado de dinero que hizo Alfonso Romo a favor de El Mayo Zambada, Nemesio Oseguera y Osiel Cárdenas Guillén.
Pero aun cuando la salida de Pablo Gómez de la UIF pudiera ser la última intromisión de Trump en la vida interna de México, eso no quiere decir que el gobierno Estados Unidos no se mantenga presente en el plan de paz a través de Omar García Harfuch, el hombre actual de las confianzas del gabinete de seguridad del presidente Trump.
La muestra de que Omar García Harfuch es el hombre de las confianzas de Trump, queda evidenciada en que una vez que el gobierno de Estados Unidos ordenó, sí, ordenó, la salida de Pablo Gómez de la UIF, se le dio a García Harfuch la autoridad para colocar en la vacante de la UIF a un hombre de sus confianzas.
Estados Unidos no volteó a la SEDENA, ni a la Marina, ni a la Guardia Nacional, menos volteó a pedir opinión a la Secretaría de Gobernación, para preguntar a quién deberían de poner al frente de la UIF, en sustitución de Pablo Gómez. En ninguno de los titulares de esas dependencias confía el gobierno de Estados Unidos.
La confianza se le entregó a Omar García Harfuch, como en los viejos tiempos cuando la DEA confiaba en Genaro García Luna. Se confió en Omar García para que colocara como titular de la UIF a Omar Reyes Colmenares, un hombre que ha estado cerca de muchos capos de las drogas recluidos en diversas cárceles federales.