La Hoz//Cascadas, lagunas y cortocircuitos del bienestar

Las lluvias del pasado 10 de agosto evidenciaron —más— lo poco que le importa a Clara Brugada Molina el bienestar de los trabajadores, estudiantes y amas de casa. Bajo el pretexto de lluvias históricas, la administración de la 4T en la Ciudad de México se escuda para no hablar de su ineficiencia en la atención a la infraestructura pública, a los sistemas de desagüe y al Sistema Transporte Colectivo Metro (STC).
A Brugada Molina le importa construir un paso peatonal elevado en el tramo correspondiente a la Línea 2 del Metro, de Taxqueña a San Antonio Abad. Quiere impresionar a los extranjeros que vendrán al Mundial de Futbol hablando de una supuesta derrama económica positiva, pero mientras su sueño guajiro e impráctico de ese paso elevado en Tlalpan se planea con una construcción en tiempo récord, la estación San Antonio Abad —en un grito de fuego que ojalá fuera hipotético— evidenció el abandono que tantas veces se ha denunciado en el transporte más importante de la capital del país.
Una explosión, ocurrida a consecuencia de un cortocircuito en la estación San Antonio Abad, fue el primer saldo de la lluvia “histórica” en la CDMX el domingo. Difundido a través de redes sociales, se observa cómo, de las vías del tren a unos metros de la estación, comienza un cortocircuito que, afortunadamente, no causó daños a personas usuarias y únicamente provocó el cierre de ese tramo para realizar las revisiones correspondientes.
La evidente falta de mantenimiento que sufre el STC indica la necesidad de atención urgente por parte de las autoridades, quienes en otras ocasiones han ignorado las señales de alerta y que, lamentablemente, han concluido con la pérdida de vidas humanas.
Sin embargo, a pesar de posibles promesas de mantenimiento de la jefa de Gobierno —que no las hay— queda la duda: ¿esto solucionaría el problema? No parece que esa sea la respuesta, sobre todo después de observar los poco positivos resultados en los tramos ya funcionales de la recién “renovada” Línea 1.
En la estación San Lázaro, mientras los legisladores pueden andar despreocupados en sus camionetas último modelo, los usuarios del STC denunciaron la “inauguración” de las cascadas del bienestar, las que permiten a los pasajeros disfrutar del ambiente externo de la estación, sobre todo en lluvias torrenciales. ¿Cuánto habrá gastado el Gobierno de la CDMX en este magno evento que embellece la estación más cercana al Congreso de la Unión?
Definitivamente, la lluvia del 10 de agosto debe pasar a la historia, pero no como causa de un desastre, sino como juez definitivo de lo poco que le ha importado al gobierno de Brugada, Cravioto y Adrián Ruvalcaba la ciudadanía de a pie. Claro, no es como si el Metro fuera el medio de transporte indispensable de la clase trabajadora, esa misma que permite que esta ciudad siga funcionando y que sus gobernantes y usureros empresarios mantengan su estatus y poder.
Por supuesto, el gobierno y los paleros manipuladores del discurso enviados por la 4T dirán que estos desastres e inundaciones ocurren a consecuencia de la mala educación de las personas, quienes “tiran su basura” en la calle, y no por un pésimo servicio de desazolve en toda la entidad.
Tampoco hablarán de las podas excesivas e innecesarias de árboles que los habitantes de la capital hemos presenciado. Entiendo que la jefa de Gobierno Brugada no es científica como su antecesora; sin embargo, cualquier ciudadano bien informado sabe la importancia de los árboles en el ecosistema —si aún podemos llamarle así a este monstruo burocrático que es la ciudad— y que no se deben podar como si en tan solo dos meses naciera otro de vuelta.
El lector se preguntará la relación entre los árboles y las inundaciones. Sencillo: estos ayudan a prevenir el exceso de agua de lluvia absorbiendo el flujo excedente. Pero eso no importa mientras se necesite espacio para construir “Utopías” que convierten el ecosistema de un vecindario en una distopía a lo Mad Max, o pasos elevados para peatones —Brugada siempre pensando en las personas de la tercera edad, destruyendo la poca movilidad que los automovilistas les dejan; pero claro, ellos no se cansan de subir como los pobres autos… el mundo al revés—.
De los aeropuertos inundados mejor ni hablamos. Además, debo cerrar la edición pronto, pues igual que el domingo 10 y lunes 11 de agosto, puede que este martes 12 caigan tormentas históricas que sobrepasen las acciones del operativo “Tlaloque” de la Secretaría de Seguridad Ciudadana y dejen varados a trabajadores, estudiantes y amas de casa…
Lectora, lector: las lluvias no son el problema, sino las omisiones activas de este gobierno, del de Sheinbaum, Ebrard, Mancera, ad infinitum, pues a los políticos jamás les ha importado la ciudadanía ni los trabajadores que todos los días salen a sufrir en silencio agotadoras jornadas de dos horas de camino a sus centros de trabajo, sumadas a la jornada laboral más larga del mundo —y las 40 horas, ni sus luces; si la ley silla brilla por su ausencia, ¿qué nos espera con la reducción de la jornada?—. Ahora deben enfrentarse también a las cascadas, lagunas y cortocircuitos del bienestar.