¿A qué les saben las disculpas públicas a los funcionarios de la 4T?

Disculpas Norroña

Las disculpas de Morena normalizan que la ciudadanía se arrodille, que la piense dos veces antes de increpar o criticar a los funcionarios.

Por. Nora Villegas.

Ciudad de México.- En últimas fechas, funcionarios de medio y alto nivel del partido en el poder, Morena, han solicitado a las autoridades judiciales, emitan fallos para obligar a personas civiles y periodistas, a ofrecerles disculpas públicas por algún señalamiento, crítica o información acerca de ellos en redes sociales o cualquier otro medio.

El primero que tuvo la idea de obligar penalmente a un ciudadano a pedirle disculpas, fue Gerardo Fernández Noroña, presidente del Senado, quien interpuso una denuncia penal en contra de un ciudadano que lo increpó en una sala del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.

Después vino Layda Sansores quien obligó a tres periodistas a pedirle una disculpa pública, en cumplimiento a lo ordenado por un tribunal en el estado de Campeche. Y, por último, Diana Karina Barreras Samaniego, “dato protegido”, quien obligo también a una ciudadana a pedirle disculpas públicas por haber ejercido violencia de género en su contra, solo por tuitear los lujos y gastos excesivos de la diputada del Partido del Trabajo.

Todo empezó cuando Andrés Manuel López Obrador (AMLO) exigió al gobierno de España que pidieran disculpas a México por los excesos cometidos durante la conquista de América, iniciativa que secundó su heredera Claudia Sheinbaum Pardo, quien aseguró que pedir disculpas “es una responsabilidad histórica, una manera de buscar la reconciliación y superar agravios del pasado”, aseguró el 12 de octubre de pasado, día de La Raza, en la conferencia mañanera.

La diferencia es que ni Sheinbaum, ni AMLO acudieron a un tribunal penal para exigir las disculpas deseadas, pero sus funcionarios, los militantes de su partido sí lo hicieron y obligaron a ciudadanos compatriotas, a pedirles disculpas públicas por haber osado hablar de ellos y levantado la voz en contra de sus acciones como servidores públicos.

¿Qué sabe Claudia Sheinbaum para permitir esto, a pesar, incluso, del costo político que esto conlleva? ¿Pensará acaso que los ciudadanos pasaremos por alto tales alardes de soberbia y autoritarismo?

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas, ofrecer una disculpa puede percibirse como un síntoma de debilidad, en donde la autoridad queda socavada, pero también puede “transmitir fortaleza de carácter, demostrar inteligencia emocional y corroborar que ambas partes anclan su relación en valores compartidos que desean honrar.”.

Ofrecer una disculpa presupone que el agresor acepte que es culpable, que amerita un castigo, que podría ser evitado si ofrece una disculpa sincera y con verdadero sentido de arrepentimiento para lograr que la persona agredida lo perdone, es decir, lo expíe del error cometido.

Una disculpa pública es un acto político en el que pedir disculpas puede enaltecer más a quien las pide, que a quien las recibe. Pedir disculpas obligado por una autoridad judicial, bajo amenaza de sanción, convierte al solicitante en un payaso, en un pobre imbécil que exigió disculpas de alguien con menos ventajas que él y que sabe perfectamente que las disculpas son falsas, actuadas, coaccionadas y de ninguna manera sinceras.

A ningún gobierno en su sano juicio le interesaría hacer este tipo de exhibiciones absurdas de poder. Lo que quizá les importe es normalizar de alguna forma que la ciudadanía se arrodille, que la piense dos veces antes de increpar o criticar a los funcionarios, que se calle y se conforme, que nunca más se atreva a llamar corrupto o ineficiente a un cercano de la presidenta, ¡vamos! Que se lave la boca, antes de volver a blasfemar en contra de un morenista.

Y, por otro lado, los miembros del partido Morena son tan perversos, que, como dicen en mi barrio, voltean la tortilla. Las disculpas públicas, históricamente vienen de los gobiernos o líderes políticos, hacia la ciudadanía y nunca al revés y aunque las disculpas tengan a veces ciertas intenciones dobles, como que sirvan a un propósito político mayor, también se han ofrecido para calmar las mareas sociales, difícilmente los poderes ofrecen disculpas sinceras, sin embargo, las disculpas públicas bien argumentadas, funcionan.

Una disculpa implica que una persona reconozca que cometió un error, que lastimó a otro, que lo que hizo o dijo tiene alguna consecuencia, expresa un arrepentimiento sincero y garantiza que nunca se repetirá una ofensa, si no cumple con estos requisitos, la petición de disculpas públicas es un teatro, o bien, la alimentación de un ego narcisista, que, por el bien de su gobierno, Claudia Sheinbaum debería frenar rumbo al proceso electoral de revocación del mandato.

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