¿Deben los funcionarios someterse a examen psiquiátrico? Gertz Manero, un estudio de caso

En el sistema político mexicano predomina la ausencia de un marco jurídico que obligue a los funcionarios —al menos a los del primer nivel— a rendir cuentas ante el electorado sobre su estado de salud física y mental, en donde también incide la propia inercia del régimen político que convenientemente se ha acomodado en esa postura de opacidad

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Por. J. Jesús Lemus

No manifestar a sus gobernados o a la masa que representan sus condiciones de salud mental y física es una característica que prevalece en todos los titulares de los tres niveles de gobierno en México.

Ni siquiera los presidentes municipales, los que están más abajo en la escala del poder público y político en México, son capaces de explicar —como sucede en otras democracias del mundo— si son aptos o no para el cargo que ocupan.

Si eso ocurre en los niveles municipales y estatales, cuanto más en los federales de gobierno, en los que, bajo la etiqueta de “seguridad nacional” se ocultan las afectaciones clínicas y psicológicas que podrían impedir el adecuado desempeño laboral al servicio de los demás.

En el sistema político mexicano predomina la ausencia de un marco jurídico que obligue a los funcionarios —al menos a los del primer nivel— a rendir cuentas ante el electorado sobre su estado de salud física y mental, en donde también incide la propia inercia del régimen político que convenientemente se ha acomodado en esa postura de opacidad.

El caso más concreto de la negación a la transición democrática que representa informar a los gobernados sobre el estado de salud de sus gobernantes es el que se protagonizó en la Presidencia de la República el 10 de octubre de 2019.

AMLO, con el tema en la mesa

En esa ocasión, el presidente Andrés Manuel López Obrador dio a conocer en su conferencia mañanera que a su oficina había llegado una solicitud de información, a través del Portal Nacional de Transparencia, en la que se le pedía rendir cuentas de su estado de salud física y psicológica.[1]

El presidente anunció dicha petición con sorna. La atribuyó a sus adversarios conservadores, por lo que le dio muy poca importancia. “Estoy al cien”, se limitó a responder sobre su salud, “me dio una gripa, pero ya estoy saliendo”.

La solicitud de información sobre la salud física y psicológica del presidente de México fue presentada por el periodista desplazado Gildo Garza quien, creyendo en el libre ejercicio del periodismo, pidió acceso público a la “constancia médica y psiquiátrica del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, con los generales de una institución médica de nivel y sus visibles, tales como: papel membretado, timbrado, del médico o institución médica que expide la constancia con fotografía. La fotografía debe estar cancelada con el sello y la firma del médico que la expide, tiempo que ha sido médico del paciente, dar a conocer el estado de salud local y fecha de la consulta, sello y firma del médico.

”También se solicita un análisis general de orina y de química sanguínea a la fecha actual del mes de octubre [de 2019], así como el dictamen cardiovascular de la persona, especialmente consultando enfermedades coronarias, hipertensión arterial, enfermedades cardiorrespiratorias, cardiopatías, insuficiencia cardiaca, arritmia, enfermedad arterial periférica, cardiopatía congénita y si dentro de su vida ha sufrido de parálisis facial, así como análisis toxicológicos y de enfermedades crónico degenerativas o terminales”.[2]

Lejos de darle la debida atención a la solicitud, el presidente López Obrador rubricó su postura con un risible “imagínense, no se miden”, respuesta que fue lapidaria e hizo que el periodista Gildo Garza fuera objeto de una campaña de burlas y descrédito en las redes sociales, sumada a amenazas de muerte, cuando lo único que deseaba, en ejercicio del periodismo, era “contribuir a la democratización de este país”, como dijo el mismo Gildo Garza en entrevista para este trabajo.

El periodista Gildo Garza, quien había sido protegido por el Mecanismo de Protección de Periodistas tras recibir amenazas de muerte de alto riesgo para él y su familia, fue desprotegido. Por decisión de la secretaria de Gobernación, Maria Luisa Alcalde, le fueron retiradas al periodista las medidas que garantizaban la seguridad de vida para él y su familia. En la Fiscalía General de la República de Alejandro Gertz Manero no se quisieron atender las denuncias presentadas al respeto por parte del mismo Gildo Garza.

Este también a causa de la campaña de linchamiento que sufrió, fue obligado a dimitir como director de Atención a Agravios a Periodistas de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) y tuvo —otra vez— que desplazarse de la Ciudad de México para mantener a salvo su vida y la de su familia.

La negativa de informar sobre la condición psicológica para desempeñar el cargo no ha sido exclusiva del presidente Andrés Manuel López Obrador. Sus antecesores también se rehusaron. Concretamente Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón negaron ese derecho a los mexicanos, argumentando “la inexistencia de un mandato legal por poseer la información motivo de la solicitud que por esta vía se contesta, y en consecuencia, no se cuenta con la misma”.[3]

Y no sólo los presidentes se han valido de ese hueco legal para no rendir cuentas de su estado de salud mental y física.

Lo que nos ahorraríamos

Otros funcionarios de alto nivel a quienes se les ha requerido al respecto han respondido con la misma negativa. Un caso de evidencia es el de Genaro García Luna: de haberse conocido su estado mental se habría evitado la vergüenza nacional de verlo coludido con los grupos del crimen organizado más importantes de México, y más aún verlo enjuiciado por la justicia norteamericana, evidenciando con ello la deficiencia de operación de la Fiscalía General de la República de Alejandro Gertz Manero.

Entonces, si los mismos presidentes de México se niegan a transparentar su estado de salud mental y física, ¿qué puede esperarse de otros funcionarios de primer nivel? Nada. Lo mismo. Y en este tenor se encuentra el fiscal Alejandro Gertz Manero, quien, a pesar de su avanzada edad, cuando la misma ciencia médica afirma que disminuyen las capacidades cognitivas, psicológicas y físicas para el desempeño de actividades normales, no ha querido presentar ningún tipo de información pública al respecto de su salud.

Por eso es necesario buscar otras fuentes información. Se vale en el periodismo. No todo tiene que estar supeditado a los informes oficiales. Esa es la virtud de la comunicación de masas.

El perfil de riesgo

Si bien es cierto que dentro del aparato de gobierno, sobre todo en fuentes abiertas, no existe ningún vestigio que hable sobre los rasgos psicológicos de Alejandro Gertz Manero, dentro del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), el antes temido Centro Nacional de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), en el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) y dentro del Órgano Administrativo Desconcentrado Prevención y Readaptación Social (OADPRS) —el sistema de administración delas prisiones federales— sí hay al menos versiones de especialistas en psicología que desentrañan el pensamiento y el proceder del hoy fiscal general de la República.

A esas fuentes se ha tenido que recurrir para poder entender de dónde viene su posible ímpetu vengativo.

En consultas por separado, realizadas a tres perfiladores psicológicos del CNI, el OADPRS y el SESNSP, se pudo integrar un solo perfil psicológico que revela la personalidad de Alejandro Gertz Manero, únicamente con la intención de hacer un boceto de algunos de sus principales rasgos emocionales.

Sobre este perfil, debe precisarse que para nada es un estudio concluyente, sino una aproximación a la verdad, toda vez que ninguno de los perfiladores aplicó algún tipo de batería de preguntas directas al fiscal general de la República. Aun así el resultado es interesante, solo por el alto grado de responsabilidad pública que mantiene el sujeto de estudio.

La conclusión a la que se llegó en este perfil psicológico de Alejandro Gertz Manero es producto de la observación de su lenguaje no verbal, su lenguaje discursivo, su comportamiento público, su historia personal, sus emociones públicas y manifestaciones de poder, pero sobre todo con base en las versiones obtenidas de personas cercanas al entorno familiar y laboral del funcionario.

Tras establecer que las relaciones familiares y personales de Alejandro Gertz Manero no se encuentran disponibles para la información pública, los tres peritos en psicología —consultados para este trabajo— concluyen que ese esfuerzo “por mantenerlas de esta manera denota cierta inseguridad personal, ya que el mantener oculta su esfera familiar demuestra que no quiere que se conozca su historia y antecedentes, tal vez por alguna situación que le es incómoda o desea mantener una imagen distinta de quien es.

De la información obtenida por medio de cercanos a la familia, ellos mencionan algunos rasgos de personalidad que observan, derivado del trato directo, como son: vengativo, insufrible, astuto, perverso, siniestro, inteligente y prepotente”.[4]

De acuerdo con los perfiladores de este bosquejo, que se aproxima al perfil psicológico de Gertz Manero, el intento por borrar toda historia pública de su persona y su familia no es otra cosa que un signo de debilidad, que siempre trata de disfrazar con frialdad y odio hacia todo lo que le represente una amenaza.

Por eso se muestra perverso y con poca capacidad empática. Por eso se le observa como una persona que carece de un sentido de lealtad. Que se maneja en torno a lo que le puede generar una retribución económica o de poder, “estas características se alimentan con base a este narcicismo que expresa de la manera más auténtica.

Por ejemplo su posición en torno a sus cargos públicos y a su vez al interior de sus relaciones interpersonales, ambas esferas carecen de apego, busca el poder económico y político sin considerar valores sociales o personales. Su único motor es la ambición económica y es capaz de corromperse él mismo y a otros con tal de lograr esos fines”.[5]

Agregan los peritos en psicología que Alejandro Gertz Manero, “denota poca capacidad empática como persona; es un sujeto con baja capacidad para tolerar la frustración, así como el control de los impulsos, lo que lo lleva a actuar sin compasión por nadie. Su ego debilitado en la infancia necesitaba volverse más fuerte, por lo que recurre al mecanismo de defensa llamado por Freud ‘la transformación en lo contrario’, que consiste en cambiar sentimientos de minusvalía por sentimientos de superioridad”.[6]

En la exploración de la personalidad del fiscal general de la República, los perfiladores psicológicos coinciden en que gran parte de la psique bajo la cual hoy actúa le fue moldeada en el seno familiar. Al contrario de la percepción de algunos miembros de la familia política de su hermano Federico Gertz, quienes refieren una gran empatía de este con su hermano menor, los perfiladores encuentran que, no obstante el gran apego que pudieron tener Alejandro y Federico, también pudo haber existido una rivalidad que sólo nació y se conservó en el hoy fiscal, rivalidad que este nunca manifestó de manera frontal.

“Posiblemente esta rivalidad”, dice el estudio de aproximación psicológica de Gertz Manero, “se origina desde una etapa muy temprana, en la cual él visualiza a su hermano mayor como el ejemplo a seguir. Es por ello que entendemos cómo se originó este sentimiento de rivalidad, y qué consecuencias se pudieron producir a lo largo de la conformación de su personalidad, en donde siempre están presentes los celos.

”Rivalizar con el hermano supone una cierta necesidad de conservar el amor de los padres, para sí mismo, antes que compartirla con el hermano. Siendo Alejandro el menor, posiblemente experimentó envidia por no ser tan querido o tan reconocido como Federico, y este sentimiento lo llevó a distanciarse y generar sentimientos que tienen que ver con la venganza y el rencor.

Encontramos, pues, que Alejandro en esta rivalidad fraterna encontró en la venganza la manera de menospreciar a quien le representaba una amenaza para destacar ante la mirada de los padres. Por ejemplo, vemos que cuando las circunstancias se complican para él, se muestra iracundo y denota ese potencial de ejercer el odio hacia quienes lo rodean”.[7]

Bajo este argumento, los peritos consultados estiman que la conformación de ese odio es lo que lleva a Alejandro Gertz Manero a querer eliminar todo aquello que le demuestra su falla; por ejemplo, su hermano “le representaba todo lo que él anhelaba, ya que al ver al hermano mayor con mejores cualidades físicas, tal vez intelectuales, le despertó la necesidad de eliminar esa diferencia de una manera que lo llevaría a él a ocupar el lugar del único y del mejor ante los demás”.[8]

Así —continúa la disertación de los peritos en psicología—, si Alejandro Gertz fue un niño al que sus padres lo hacían menos porque había un hermano mayor con mejores cualidades, su ego pudo verse afectado por la devaluación de su subjetividad, que finalmente es la esencia de cada persona.

“Es decir, si este sujeto en su inconsciente tiene la necesidad de querer proteger y amar a su familia, hace lo contrario, destruir y odiar, porque hubo un momento en la infancia en donde se sintió traicionado o vulnerable cuando deseaba demostrarlo, y fue tan lastimado que para defenderse de ese dolor actúa en lo contrario y por eso se proyecta como hostil, frío, prepotente, vengativo, siniestro”.[9]

Por último, se establece que el tipo de personalidades como la de Alejandro Gertz Manero, parecen obedecer a un cúmulo de sentimientos de inferioridad; siempre tratan de compensarse con el deseo de destacar en todo lo que se hace, tratando de ser en todo el primero.

Y Alejandro Gertz fue el primer zar antidrogas de México, el primer político en llegar desde diversos partidos políticos a cargos de importancia nacional, el primer presidente y fundador del Consejo Ciudadano de Seguridad Pública del Distrito Federal, el primer titular de la Secretaría de Seguridad Pública del gobierno federal y —por supuesto— el primer fiscal general de la República.

Bajo estos rasgos psicológicos no es difícil comprender las razones por las que, desde el inicio de su carrera en el servicio público hasta el cierre de este trabajo, Alejandro Gertz Manero se ha mostrado siempre como una persona que se comporta de manera vengativa e intolerante frente a sus enemigos. No olvida los agravios. Él no tiene adversarios, sólo enemigos, a los que —como si se tratara de un depredador— siempre aguarda, los acecha a la espera de contar con todas las condiciones de ventaja a su favor para lanzar el ataque.


[1] Gobierno de México, Andrés Manuel López Obrador, versión estenográfica de la conferencia de prensa matutina, 10 de octubre de 2019, disponible en: https://www.gob.mx/presidencia/articulos/version-estenografica-de-laconferencia-de-prensa-matutina-jueves-10-de-octubre-2019?idiom=es

[2] Ídem.

[3] Presidencia de la República, Manuel Martínez Cevallos, respuesta a la Solicitud de Información núm. 0210000170813, México, Distrito Federal, 4 de noviembre de 2013.

[4] Peritaje de Psicología, Aproximación al Perfil Psicológico de Alejandro Gertz Manero, 25 de marzo de 2021. Documento de elaboración propia, ex profeso para esta investigación.

[5] Ídem.

[6] Ídem.

[7] Ídem.

[8] Ídem.

[9] Ídem.

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