¡Qué bonita vecindad! // Estatuas del Che y Fidel, blanco de polémica estéril entre “izquierdas” y “derechas”

Con este artículo doy por inaugurada mi columna de opinión ¡Qué bonita vecindad!
En este sexenio de 12 años del segundo piso de la Cuarta Transformación veremos supuestos enfrentamientos ideológicos muy mediáticos entre la clase política gobernante de Morena y aliados -PVEM y PT- y la oposición de derechas -PRI-PAN-MC, para distraernos de los grandes y graves problemas nacionales:
Narcogobernadores, lavado de dinero de Alfonso Romo, el secretario de Seguridad de Adán Augusto líder del cártel “la Barredora” en Tabasco, ambos personajes cercanos a AMLO; huachicoleo, corrupción política, nepotismo, fraudes electorales, desapariciones forzadas, desplazamientos, violencia criminal, asesinatos de periodistas, ambientalistas y defensores, campos de exterminio, narcofosas, desempleo, inflación, feminicidios, hospitales en ruinas y sin medicamentos, imposible acceso a la vivienda y un largo etcétera.
Aunque en el fondo Morena, el partido fundado por AMLO, represente una franquicia de impunidad -fuero- que pueden comprar empresarios o políticos panistas, priístas o de cualquier filiación incluso religiosa, llámese la Luz del Mundo, para protegerse de procesos judiciales y para hacer negocios corruptos al amparo del poder; cualquier pretexto es bueno para dar la “batalla ideológica” entre “marxistas” de una izquierda caviar y “neoliberales”, hermanados por la ambición al dinero y al poder, en la era del capitalismo voraz globalizado.
No hay blanco más fácil y anacrónico para armar polémicas estériles entre seudocomunistas y fascistoides (también de izquierda que apoyan la militarización del país, el espionaje y la censura ante la crítica periodística y ciudadana, la represión de movimientos sociales legítimos) que usar el patrimonio artístico, histórico y cultural material que habita las calles de las ciudades del país, en este caso: quitando o poniendo estatuas de próceres nacionales e internacionales con trayectorias cuestionables.
Uso del patrimonio para legitimar regímenes autoritarios
Desde la formación de los Estados-Nación en el siglo XIX, las recién creadas Repúblicas independientes de las colonias europeas, como México, recurrieron a ideologías como el nacionalismo para refrendar una identidad propia, con bandera e himno. Un orgullo patrio mexicano promovido por el nacionalismo criollo, que pervive después de dos centurias en la actualidad.
Los intelectuales orgánicos cercanos al poder, como los reformistas con Benito Juárez o los científicos con Porfirio Díaz hasta los marxistas de la Cuarta Transformación, utilizan pasajes y héroes nacionales inyectándoles épicas narrativas para justificar regímenes autoritarios.
Esos intelectuales han usufructuado la producción artística de más de tres mil años de historia -sitios y vestigios arqueológicos prehispánicos. Edificios coloniales, novohispanos, virreinales; arte sacro, decimonónico, pintores y paisajistas del siglo XX, sobre todo- a caprichos de los presidentes en turno.
Mientras su Ejército exterminaba comunidades indígenas como en Tomochic, Chihuahua, Porfirio Díaz celebraba con bombo y platillo el inicio del movimiento de Independencia y homenajeada a Jaime Nunó, compositor del himno nacional.
Las estatuas de los Indios Verdes, que representan a los gobernantes mexicas Itzcóatl y Ahuízotl, fueron removidas a pedido de Don Porfirio en 1902, por su política de blanqueamiento social y su preferencia por lo europeo, sobre todo el estilismo francés.
Esas figuras fueron creadas a finales del siglo XIX y originalmente ubicadas en el Paseo de la Reforma. Después trasladadas a diferentes lugares, incluyendo la Calzada de la Viga y la Avenida Insurgentes Norte. Finalmente, encontraron su hogar en el Parque El Mestizaje, afuera del Metro Indios Verdes, en la Ciudad de México. No se han removido de ahí.

Díaz se promovía a sí mismo como héroe nacional. Festejaba en el Zócalo su participación en la segunda intervención francesa en 1867, conocida como la Toma de Puebla; no tuvo héroes nacionales en el sentido tradicional, sino que promovió figuras que le servían para legitimar su régimen y consolidar su poder.
De las estatuas del PRI de Echeverría a los Antimonumentos con Calderón, Peña Nieto y AMLO

Las masacres de estudiantes por el Ejército mexicano el 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco y el Halconazo del 10 de junio de 1971 crisparon las relaciones entre el gobierno populista del presidente Luis Echeverría (PRI) y los crecientes sectores críticos de la sociedad.
Para legitimar su régimen autoritario, Echeverría Álvarez recurrió al nacionalismo y los sentimientos patrios de identidad, y el 3 de noviembre de 1971 el Congreso, por iniciativa presidencial, decretó que el año siguiente sería consagrado a la memoria de Benito Juárez, en ocasión del centenario de su fallecimiento. Se le denominó oficialmente “Año de Juárez”.
Impulsó también durante su sexenio la figura por todo México y sus consulados alrededor del mundo la figura del revolucionario Emiliano Zapata.
Por otra parte, Luis Echeverría impulsó la protección legal del patrimonio cultural a través de la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos de 1972. Firmó el Convenio de la Unesco contra el Tráfico de Bienes Culturales en 1971.
También promovió la defensa de las joyas del pasado precolombino y colonial, y organizó reuniones internacionales para la protección del patrimonio cultural, mientras él y sus funcionarios impusieron la moda del político portaguayaberas yucatecas como símbolo de cercanía con el pueblo en campañas electorales al momento de captar el voto.
Su esposa, Esther Zuno de Echeverría, hizo gala del nacionalismo mexicano: en todo evento público usaba huipiles y otros trajes regionales mexicanos.
¿No es lo mismo que pasa con las funcionarias de la 4T, queridos lectores?
Echeverría Álvarez, aunque se declaró neutral en la Guerra Fría entre la Unión Soviética y Estados Unidos, apoyó la Revolución cubana y el régimen de Fidel Castro, a Salvador Allende en Chile y al sandinismo en Nicaragua.
Dentro del territorio mexicano reprimió brutalmente a los movimientos de izquierda, especialmente a los movimientos guerrilleros que surgieron después de la masacre de los estudiantes en 1968. Su lucha contra el Partido de los Pobres y su líder Lucio Cabañas, y grupos como la Liga Comunista 23 de Septiembre fue conocida como “La guerra sucia”, en la que un número indeterminado de personas desaparecieron a manos de las fuerzas armadas.
Para 2012, en el “Nuevo PRI” del expresidente Peña Nieto no había rastros de la ideología del Nacionalismo Revolucionario del Echeverrismo o del Lopezportillismo. Peña Nieto no inauguró ninguna estatuta de ningún prócer mexicano, solo una escultura de Jorge Marín llamada “El Vigilante” en 2016 en el puente conecta la autopista México-Pachuca con la zona industrial de Xalostoc, en el Estado de México.
Al contrario, la serie de reformas como la energética a la inversión privada implicaba una pérdida de control del Estado sobre recursos estratégicos y una entrega de la riqueza nacional a empresas extranjeras, como lo plasma el periodista J. Jesús Lemus en su libro “Jaque a Peña Nieto (HarperCollins 2021).
Y sin ideologías de izquierda ni derecha, solo la ambición por el dinero y el poder político, entregando la nación entera a cárteles del crimen organizado e incluso las principales avenidas de la Ciudad de México al mejor postor, el Gobierno de México autorizó la instalación de una estatua del exmandatario de Azerbaiyán Heydar Aliyev en 2012 en la avenida Reforma, a metros de donde se encuentran también las estatuas de Mahatma Gandhi y de Winston Churchill.
El Gobierno de Azerbaiyán pagó 40 millones de pesos al de Peña Nieto para la reconstrucción de la Plaza Tlaxcoaque e instalar la estatua de Aliyev, como una muestra de agradecimiento a México por ser uno de los primeros países que reconoció su independencia luego de la disolución de la Unión Soviética, aseguró en ese entonces el embajador de aquella nación, Ilgar Mukhtarov.
Andrés Lajous, actual titular de la Agencia Reguladora del Transporte Ferroviario (ARTF) del gobierno de Claudia Sheinbaum, en ese momento impulsó el retiro de la estatua de Aliyev, argumentando que fue un “antiguo general de la policía secreta rusa que por 30 años gobernó a Azerbaiyán con puño de hierro, primero como su líder comunista, luego como presidente electo”, que era parte luego del obituario que el New York Times publicó en 2003, cuando murió Aliyev.
Lajous prendió la mecha y se armaron manifestaciones en la Ciudad de México que decían “Quiten al dictador”.
El líder histórico de la transición política, el excandidato presidencial del PRD, Cuauhtémoc Cárdenas, coordinador de Asuntos Internacionales del Gobierno del entonces Distrito Federal de Miguel Ángel Mancera, se unió a la comitiva que pedía el retiro de la estatua de Alivey, señalando:
“La estatua del señor Aliyev no honra a la Ciudad de México, ni la Ciudad de México tiene por qué honrarlo”.
La noche del 25 de enero de 2013 la estatua de Aliyev fue retirada de Paseo de la Reforma. A Aliyev se le considera un genocida por la matanza de Jodyali, donde fueron asesinados 613 civiles por un comando armado armenio en 1992.

Los gobiernos de Peña Nieto y el de su antecesor, Felipe Calderón, y el de Andrés Manuel López Obrador se distinguen por la instalación de los Antimonumentos en Paseo de la Reforma para mantener viva la memoria de las víctimas de diversos crímenes de Estado y exigir acciones por parte de las autoridades.
A diferencia de los monumentos tradicionales, los antimonumentos son instalados por familiares de las víctimas, colectivos y ciudadanos sin permiso del Estado, a menudo como un acto de denuncia y resistencia contra la impunidad.
Antimonumento +43: En memoria de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, ubicado en Paseo de la Reforma.

Antimonumenta Vivas Nos Queremos: En defensa de los derechos de las mujeres y para recordar la impunidad en casos de feminicidio, ubicado en la antigua Glorieta de Colón, ahora llamada “Glorieta de las Mujeres que Luchan”.
Antimonumento +72: En memoria de los 72 migrantes asesinados en San Fernando, Tamaulipas, ubicado frente a la Embajada de Estados Unidos en México.
Antimonumento +65: En memoria de los 65 mineros fallecidos en la mina Pasta de Conchos, ubicado en Paseo de la Reforma.
Antimonumento 49 Guardería ABC: En memoriade los 49 niños y niñas fallecidos y los 106 lesionados, todos menores de 5 años, como consecuencia del incendio de la Guardería ABC el 5 de junio del 2009, ubicada en Hermosillo, Sonora.
La 4T y el retiro e imposición ideológica de estatuas
Al finales de su sexenio el presidente Gustavo Díaz Ordaz ordenó retirar del Zócalo la estatua ecuestre de Carlos IV, conocida como “El Caballito” de Manuel Tolsá, y fue hasta 1979 que se instaló afuera del Museo Nacional de Arte, en la calle de Tacuba, en el Centro Histórico.
Díaz Ordaz realmente quería fundirla para hacer monedas de uso corriente, pues para los años setenta, el pasado colonial y la transición hacia la modernidad ya no representaba nada en la vida nacional.
La obra fue encargada por el virrey de la Nueva España Miguel de la Grúa Talamanca en 1793. La estatua, además de ser un monumento ecuestre, simboliza la grandeza y el poder del rey de España, así como la influencia de la cultura clásica grecorromana en el arte de la época.
Un año después de que Andrés Manuel López Obrador solicitara en una carta al rey Felipe VI de España que pidiera disculpas por los crímenes cometidos durante la Conquista, en octubre del 2020, Claudia Sheinbaum como jefa de Gobierno de la CDMX retiró la estatua del almirante genovés Cristóbal Colón de Paseo de la Reforma para ser restaurada, sin embargo, en su lugar colocó la imagen de la Joven de Amajac.
Además de renombrar el lugar en donde estaba situada Colón a Glorieta de las Mujeres que Luchan. Sheinbaum aseguró que la llegada de Colón a América trajo consigo una invasión:
“(Los habitantes del continente) No necesitaban que nadie los descubriera (…) Al contrario vino la invasión”, dijo Sheinbaum.

Alcaldesas de la Cuauhtémoc y el patrimonio
Días después de ordenar el retiro de las esculturas de los líderes de la Revolución Cubana: Ernesto “Ché” Guevara y Fidel Castro Ruz, conocida coloquialmente como la “Banca del Ché y Fidel Castro”, del Jardín Tabacalera, la titular de la Alcaldía Cuauhtémoc, Alessandra Rojo de la Vega, declaró públicamente, al igual que Díaz Ordaz con “El Caballito”, que también optaría por fundirlas, pero para fortalecer la infraestructura urbana de la demarcación:
“Vamos a ver qué quieren, igual y quieren fundirlas para hacer coladeras o juegos para niños y niñas en los parques, tantas cosas que hacen falta en la alcaldía”. Mientras decide si subastarlas entre “comunistas de clóset y coleccionistas de dictadores”, dijo, o resguardarlas para siempre.
Rojo de la Vega (PRI-PAN-PRD) perfectamente sabe que la acción de retirar del espacio público la escultura ” Momento Encuentro”, de Óscar Ponzanelli -elaborada para conmemorar el momento en que Guevara y Castro se conocieron en 1955 en la Ciudad de México, específicamente en la colonia Tabacalera, donde planeaban la Revolución Cubana de 1959- encendería las pasiones ideológicas de las “izquierdas” trasnochadas que apoyan a la 4T.
La alcaldesa de Cuauhtémoc se logró colocar en el debate nacional, no por sus logros a seis meses de iniciar su gestión y a tres meses de declararse aliada de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada (Morena), sino por hacerle el caldo gordo ideológico a la doctrina cuatroteista.
El “Monumento Encuentro”, hecho de bronce con las figuras sentadas de Guevara y Castro, reproducidas en escala humana fue colocado en 2018, un año después de su adquisición.
Para cierta clase de “izquierda” representa un símbolo del pensamiento revolucionario latinoamericano; para los oprimidos del régimen castrista es una exaltación a figuras históricas autoritarias y represoras de las libertades individuales y colectivas.
Rojo de la Vega informó que, de acuerdo con el expediente revisado por la Dirección General de Cultura y Educación (DGCE), la escultura se colocó por primera vez en 2018 sin autorización del Comité de Monumentos y Obras Artísticas en Espacios Públicos de la Ciudad de México (COMAEP).
En 2019 se reinstaló en el mismo punto, pero sin realizarse los ajustes ni se presentó la documentación solicitada por el Comité.
Por ello, la alcaldía Cuauhtémoc determinó su retiro y resguardo, sin embargo, vecinos de la zona ya habían solicitado el retiro del Ché y Fidel: el 11 de septiembre del 2021 se creó una petición en la plataforma Change.org para que el gobierno de la CDMX retirará la escultura por tratarse de personajes “indeseables”.
Días después la obra fue vandalizada. Se le arrojó pintura blanca y se colocó un mensaje con la leyenda “fuera AMLO”, el símbolo de la hoz y el martillo, que representa la unión de los trabajadores y es comúnmente usado para representar al comunismo.
Los ataques contra el Monumento Encuentro fue en el momento de la polémica cuando Sheinbaum retiró la estatua de Cristóbal Colón de Paseo de la Reforma para colocar en su lugar la escultura de una mujer indígena, la Joven de Amajac.
No es la primera vez que las alcaldesas de la Cuauhtémoc del PRI-PAN-PRD se hacen notar por el uso y abuso del patrimonio histórico durante sus funciones, como también la Cuarta Transformación, Sandra Cuevas, extitular de la demarcación (del 2021 al 2024), en sus delirios de grandeza se quiso apropiar del ¡Ángel de la Independencia!
En enero de 2024, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) desechó una controversia constitucional presentada por ella contra la entrega provisional del Ángel de la Independencia que hizo el Gobierno federal a la Ciudad de México en septiembre del 2023.
El Ángel de la Independencia, sentenció la SCJN, es un inmueble propiedad del Gobierno federal, y por lo tanto, no pertenece a alcaldía alguna de la CDMX, en relación a que Sandra Cuevas peleaba la “posesión” legal del monumento a la victoria de México y su lucha por su independencia.
Rojo de la Vega azuzó a la “izquierda” morenista a reivindicarse ideológicamente
En los tiempos que corren de destape de corrupción y vínculos del Cártel de Sinaloa con figuras cercanas a AMLO que le lavaban dinero, como Alfonso Romo, o “el García Luna” del senador Adán Augusto López, su exsecretario de Seguridad cuando fue gobernador de Tabasco, a la Cuarta Transformación le urgen líderes morales dentro de su movimiento.
NO importa que sean latinoamericanos que se rebelaron contra los “gringos” hace 66 años y la herencia de Fidel Castro tenga a los habitantes de Cuba sin alimentos, ni medicamentos o sean reprimidos a la menor intención de recuperar la libertad de expresión.
No importa que a Fidel Castro le haya nacido un nieto influencer, Sandro Castro. No tiene dotes militares, sino es un hacedor de reels.
“No uno vestido de verde olivo, sino con camisetas del Real Madrid. El hombre nuevo de la Revolución es ahora un creador de contenido, con casi 115 mil seguidores”, de acuerdo con un reportaje de El País.
La alcaldesa de Cuauhtémoc, Alessandra Rojo de la Vega, logró la notoriedad que necesita para ser la próxima candidata por el PRIAN a la jefatura de Gobierno de la CDMX, acusa el Comité Chilangos con AMLO, que le exigen la devolución de las estatuas del Ché Guevara y Fidel Castro.
El próximo 26 de julio en la colonia Tabacalera harán un mitin encabezado por un funcionario de la 4T, el director del Fondo de Cultura Económica, Paco Ignacio Taibo II, para conmemorar la reunión histórica de los líderes de la Revolución Cubana.
¿Los mexicanos de a pie qué ganaremos con ello? Nada. Solo reafirmar la carencia de líderes morales dentro de las “izquierdas” que perviven en Morena y la exposición de una oposición guanga y urgida de notoriedad vía escándalos mediáticos.
Uno de los Chilangos con AMLO, organizadores del mitín para que les devuelvan al Ché y a Fidel de bronce, lo confirmó en una entrevista que circula en redes sociales:
“Es muy importante la recuperación de la memoria histórica de los pueblos de América latina y es muy importante que hoy se dé en la Alcaldía Cuauhtémoc, en la colonia Tabacalera, en donde se transformó la historia de América latina profundamente; no son solo estatuas o un par de personajes.
Es la memoria histórica de los pueblos, la amistad de México con el pueblo cubano, la reivindicación histórica del derecho de los pueblos a las revoluciones.
No es un asunto administrativo, es un asunto político e ideológico, (Rojo de la Vega) se quiere convertir en un especie de vocera de la derecha, paladín de las ideas contrarrevolucionarias y por eso emprende estas acciones.
Es ponerse de tapete de los intereses capitalistas internacionales y de la derecha pobre y recalcitrante; es infantil, no es militante abiertamente de derecha, aunque representa a la derecha mexicana; (esta polémica) le va a representar puntos electorales”.
Así, los ideólogos de la Cuarta Transformación no solo encontrarán héroes a como dé lugar enarbolando banderas como el nacionalismo posrevolucionario y populista o el indigenismo como en los tiempos de Luis Echeverría o retirando estatuas del pasado colonial de las calles de la CDMX.
Ya no bastará con crear héroes como lo hizo López Obrador con el general del siglo XIX Catarino Garza recuperando sus restos óseos de una isla en Panamá, ni con el proyecto “Mexicanas Forjadoras de la Patria” de Claudia Sheinbaum para “honrar y visibilizar el papel histórico de las mujeres en México” en los siglos XIX y XX, ahora echarán manos de líderes latinoamericanos que les den un poco de calidad moral al Segundo Piso de la 4T, que tanto gusta de esos héroes de bronce pero con historias acartonadas que ya no representan las luchas de los pueblos latinoamericanos actuales.
Pueblos latinoamericanos, pueblos indígenas, como los mexicanos que están sufriendo la rapacidad del arrebato de sus recursos naturales, de su futuro, ya sea a manos de cárteles de las drogas, de las mineras transnacionales, con la complicidad del Estado, o de los megaproyectos de infraestructura como el Tren Maya de AMLO.
La fábula de la Oveja Negra, de Augusto Monterroso, expone la contradicción entre el castigo a lo diferente -disidencia- y el posterior arrepentimiento -poniendo estatuas al valor- evidenciando la hipocresía de los que veneran héroes.
La oveja negra
En un lejano país existió hace muchos años una Oveja negra. Fue fusilada. Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque. Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la escultura.
Esa hipocresía está permeando las mentes de ciertas izquierdas ideológicas acríticas que admiran al Ché, a Fidel Castro, a Sandino, a Allende… pero que condenan la crítica al autoritarismo actual de la 4T que censura la libertad de expresión de ciudadanos y periodistas.
Son los mismos que deslegitiman cualquier movimiento social en contra de la impunidad y la exigencia de justicia, llámense familiares de desaparecidos, madres de víctimas de feminicidio, de desplazados por la violencia, de damnificados por la gentrificación, feministas, estudiantes, maestros, trabajadores del Poder Judicial, pero que sí los líderes de esos movimientos sociales fueran asesinados, les levantarían estatuas donde ejercitarse para legitimarse.