A cambio de proteger a sus narcopoliticos, Sheinbaum entregó el país a Donald Trump

Claudia Sheinbaum, aun cuando lo niegue las veces que quiera, pese a su patriota discurso -que reiteró en varias ocasiones desde la Conferencia del Pueblo– de no permitir fuerzas extranjeras operando en México, pese a que fueran para combatir al narco, por el bien supremo de seguridad de la población, finalmente terminó aceptando el injerencismo norteamericano

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Por. J. Jesús Lemus

Una máxima que no decepciona en la ciencia política, que siempre resulta cierta, es aquella que dice que a los políticos siempre hay que entender sus discursos al revés. Si se comprometen a terminar con la corrupción, es porque no se comprometen a nada, si dicen que investigarán a fondo, es porque no van a investigar, si dicen no al injerencismo, es porque van a entregar la dignidad.

Claudia Sheinbaum, la presidenta con A y comandanta suprema de las Fuerzas Armadas de México, después de resaltar en su discurso que nuestro país no sería sumiso ante la intención de Estados Unidos de combatir a los narcos en suelo mexicano, finalmente terminó por aceptar la propuesta del presidente Donald Trump.

Eso es parte de los acuerdos binacionales empujados por la administración Trump en las negociaciones con el equipo de Claudia Sheinbaum: a cambio de no aplicar elevadas tasas de aranceles a las exportaciones mexicanas, el único compromiso sería permitir acciones “sigilosas” del ejército norteamericano -ya algunas agencias de seguridad de Estados Unidos- para combatir a los narcos en suelo mexicano.

Después de todo, desde el 20 de enero del 2025, el gobierno norteamericano ha venido preparando el terreno político para hacer incursiones de seguridad, contra el narco, en suelo mexicano. Por eso seis carteles de las drogas -los de Sinaloa, Jalisco Nueva Generación, Familia Michoacana, Tren de Aragua, Mara Salvatrucha y del Noreste- fueron declarados como grupos terroristas.

Claudia Sheinbaum, aun cuando lo niegue las veces que quiera, pese a su patriota discurso -que reiteró en varias ocasiones desde la Conferencia del Pueblo– de no permitir fuerzas extranjeras operando en México, pese a que fueran para combatir al narco, por el bien supremo de seguridad de la población, finalmente terminó aceptando el injerencismo norteamericano.

Al día de hoy, miembros élite de cuerpos del cuerpo militar y miembros de agencias civiles de seguridad de Estados Unidos, ya realizan trabajos de tarea en suelo norteamericano. Los militares hacen incursiones por aire, pero los agentes civiles sí se encuentran radicados en suelo mexicano.

La presencia de elementos militares y de agencias civiles de Estados Unidos ha sido confirmada por fuentes internas del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), en donde se sabe que esos agentes y soldados de Estados Unidos cuentan con los debidos permisos del gobierno mexicano, los que son derivados de los acuerdos de colaboración entre la presidenta Sheinbaum y el presidente Trump.

La presencia de fuerzas de tarea del gobierno norteamericano en suelo mexicano, por el solo hecho de la colaboración no es un acto de injerencismo ni tampoco es una invasión. Es una acción concertada entre México y Estados Unidos para que este último haga justicia contra aquellos líderes de los grupos criminales catalogados como terroristas.

Las fuerzas de tarea de Estados Unidos, cuya presencia en suelo mexicano se evidenció apenas hace unos días, con el sobrevuelo de un dron, que por casi tres horas estuvo espiando las poblaciones rurales entre el Estado de México y Michoacán, en la zona de Valle de Bravo y Zitácuaro, tienen por objeto la caza de los líderes de algunas agrupaciones narco terroristas.

El dron norteamericano buscaba la ubicación de los hermanos Johnny y José Alfredo Hurtado Olascoaga, “El Pez” y “La Fresa”, respectivamente. Ambos son reclamados por el gobierno de Estados Unidos por ser considerados los líderes de la Familia Michoacana, una de las seis organizaciones de perfil terrorista en México.

Hasta el momento se sabe que otros agentes de las fuerzas de tarea de Estados Unidos también se mueven en los estados de Chiapas, Jalisco, Michoacán y Guerrero, en donde trabajan para ubicar a algunos líderes criminales de las agrupaciones narco terroristas conocidas en México como cárteles Jalisco Nueva Generación y de Sinaloa.

La autoridad mexicana encargada de la seguridad pública, personificada en Omar García Harfuch, ha salido a los medios de comunicación solo para hacer tremendo papel al señalar, bajo el discurso de no a la intervención militar en suelo mexicano, que “sí hubo un sobrevuelo de una aeronave no tripulada pero que fue en colaboración de una investigación”.

No siempre se va a poder sostener ese discurso que le apuesta al no cuestionamiento de la población. La realidad va a llevar contra la pared a los funcionarios federales mexicano cuando no se pueda ocultar la verdad, cuando incremente el número de agentes de Estados Unidos haciendo trabajo de investigación anticriminal en suelo mexicano.

¿Qué va a decir Omar García o la presidenta Sheinbaum cuando en Jalisco o Michoacán caigan las primeras bombas contra las células narco terroristas? ¿Cuál va a ser la salida oficial cuando ya no se puedan ocultar los sobrevuelos de drones? ¿Cómo se va a tejer el discurso oficial cuando sean anulados los grupos narco terroristas?

Una cosa es cierta, el presidente Trump está dispuesto a terminar con el cáncer del narco que tanto daño ha hecho a México. Ya lo comenzó a hacer…. La gran pregunta es si Claudia Sheinbaum, una vez que vea la aniquilación de narco terroristas ¿aun va a considerar a los criminales como patrimonio nacional? ¿Todavía los verá como extensión del menguado sentimiento nacionalista de la 4T?

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