La Hoz // Miserable es callar, gobernadora Nahle

A los políticos les parece más terrible que se señalen sus fallos que los delitos cometidos como consecuencia de su indiferencia, colusión o como gusten llamarle. Aunque a la gobernadora de Veracruz le moleste que se le recuerde uno de los casos más horribles de narcoterrorismo vividos por el estado, eso no evitará que la ciudadanía juzgue su mal gobierno.

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La gobernadora de Veracruz, Rocío Nahle, se muestra molesta ante los cuestionamientos de colegas periodistas que le recuerdan el atroz asesinato de la maestra jubilada y taxista, Irma Hernández, ultimada por el crimen organizado la semana pasada. Esto, a raíz de su declaración en la que afirma que la profesora murió por un infarto causado por la violencia sufrida a manos de sus captores.

El problema reside en la manera en que enfrenta esta tragedia: acusando a los medios y a quienes la critican en redes de “miserables” por “aprovecharse de una tragedia por la que una familia está enlutada”, según dijo en una conferencia este 28 de julio. Quizá a Nahle se le olvida que es aún más miserable tener las manos manchadas con la sangre de la maestra Irma. Porque no es únicamente responsabilidad de los actores materiales del asesinato, sino del sistema encabezado por Nahle que —ignorante, con conocimiento, coludido o no— permitió que este delito “miserable” ocurriera.

Así resulta, licenciada Nahle, que aunque a usted le parezca miserable que se le cuestione respecto a este asesinato, a otros nos parece más miserable que, teniendo el poder absoluto en Veracruz, usted no pueda evitar que unos paramilitares secuestren a población civil por no pagar derecho de piso.

Y no se confunda, gober: no es responsabilidad de la ciudadanía que “no denuncia”, sino de quien tiene las riendas del estado. La maestra Irma solo buscaba cómo ganarse la vida en un sistema tan miserable —como le encanta decir— que no le otorga una pensión suficiente a una profesora jubilada, obligándola a laborar como taxista en uno de los estados más inseguros del país.

A propósito de ello, señora Nahle, ¿no es Veracruz el estado más inseguro para ejercer el periodismo? Me parece aberrante que una persona con su poder se atreva a agredir a la prensa, sobre todo a sabiendas de las consecuencias que discursos como ese han tenido para los colegas de provincia. Y si sus compañeros de partido —como “lady Dato Protegido” y su esposo, el diputado Sergio “G”— piensan que un mensaje a través de redes sociales cuestionando su integridad política es violencia, ¿cómo se supone que los medios tomemos el hecho de que usted nos llame “miserables” por señalar con tanto “ruido” este homicidio?

Quizá a usted ya no le parezca atroz ni miserable ver cómo, al estilo del Estado Islámico, las células del crimen organizado chantajean e —y lamento decirlo— le doy la razón a Trump: infunden miedo a través de actos terroristas, ejecuciones en video y torturas, o como guste usted llamarle a lo que le hicieron a la maestra Irma. 

“Les guste o no”, ustedes —y todos los políticos, sin distinción partidaria— van a ser cuestionados, gobernadora Nahle. El pueblo los puso ahí —a menos que lo niegue y acepte algún fraude, indirectamente— y al pueblo le tienen que responder. No es curiosidad ni golpismo, señora: usted es una figura pública, el escrutinio es lo de todos los días. Y si no puede con ello, ahora entiendo por qué tampoco puede con la inseguridad de su estado.

Remítase a hacer sus funciones, Rocío, que para eso se les paga. No vaya a resultar que, como Hernán Bermúdez, reciba dos salarios.

También recuerde: no importa lo fina que tenga la piel el político, el silencio no se ha impuesto en los momentos oscuros de nuestra historia, y ni todas sus quejas, lloriqueos, demandas, sicarios o demás podrán silenciar a la prensa que usted califica de “miserable” solo por exhibir el horror en que mantiene al estado. Igualito que en los tiempos de su antecesor, el también agresor de periodistas, Javier Duarte.

Un día a usted, a Noroña, a Dato Protegido, a Rubén Rocha Moya y a Adán Augusto —solo por mencionar algunos— los juzgará la historia. Y disculpe usted que no sean solo los fantasmas que perturban su conciencia los que le recuerden este “miserable” acto terrorista contra las mujeres, los adultos mayores y los trabajadores de la educación.

Por ahí ya circula su versión que busca revictimizar a la maestra Irma: se afirma, en este juego por controlar el discurso, que le pagó al “cártel equivocado” y por eso fue asesinada. ¿Cuál es el cártel correcto, gobernadora? ¿Cómo puede ser esto posible en un país y en un estado que se presume civilizado?

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