La Hoz // El Establo de la Nación: así inició sesiones la LXVI Legislatura de la Cámara de Diputados

Gutiérrez Luna organizó la participación de los representantes de cada grupo parlamentario. La primera en subir a tribuna fue la senadora de Movimiento Ciudadano, María Alejandra Barrales, quien sentó el discurso que toda la mal llamada oposición replicó con otras palabras, pero con el mismo mensaje, para atacar al partido institucional

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Por. Luis Calderón

Alrededor de las 17 horas de este lunes primero de septiembre inició el primer periodo de sesiones del segundo año de la LXVI Legislatura en el Congreso. La sesión comenzó cuando la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, sobria y desabrida, arribó al recinto para entregar el primer informe de gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum.

Todos, incluido el diputado y presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Gutiérrez Luna, esperaban un discurso posterior a la entrega, pero Rosa Icela solo fungió como heraldo de Sheinbaum: entregó el informe, se tomó fotografías y saludó a decenas de miembros y externos del Poder Legislativo antes de retirarse, logrando únicamente retrasar la sesión y hacer perder el tiempo con esa muestra de “respaldo”.

Foto: Proceso/Eduardo Miranda

La sesión continuó. Gutiérrez Luna organizó la participación de los representantes de cada grupo parlamentario. La primera en subir a tribuna fue la senadora de Movimiento Ciudadano, María Alejandra Barrales, quien sentó el discurso que toda la mal llamada oposición replicó con otras palabras, pero con el mismo mensaje, para atacar al partido institucional, que, sin embargo, sí carga con algunas verdades.

Entre ellas, el incremento de la inseguridad, las acciones cada vez más violentas del crimen organizado y los ya explícitamente denominados narcoterroristas; la corrupción de funcionarios públicos de cualquier rango y la “destrucción” del Poder Judicial Federal, ahora al servicio del partido institucional.

A ello, Barrales apeló a la supuesta preocupación por el bienestar de los ciudadanos de todo el país. Según ella, sus políticos velan por la seguridad, la economía, la salud y la educación. Sin embargo, se le olvidó mencionar que, más allá del discurso, en los hechos sus gobernadores no han demostrado interés por sus ciudadanos.

Basta mencionar a Samuel García y su entrega del agua al magnate saqueador Elon Musk, quien finalmente dejó plantado al junior de Garza García; o al innombrable Pablo Lemus, que tiene a Jalisco convertido en una fosa clandestina, quien junto con Sheinbaum sepultó el horror del Rancho Izaguirre en el olvido.

El segundo en subir a tribuna fue el senador y presidente del rancio PRI, Alejandro “Alito” Moreno, quien hizo el primero de los dos escándalos que protagonizó en la sesión de esta tarde-noche al referirse al incidente de la semana pasada con Fernández Noroña, expresidente del Senado, y afirmar que su partido combatirá al régimen de Morena aunque su vida dependa de ello, colgándose una medalla de héroe nacional que nadie le ofreció.

Al igual que Alejandra Barrales, Moreno acusó al régimen morenista de permitir el reinado del narcotráfico a través de la colusión entre el Estado y el crimen organizado, olvidando que la incubadora de la situación actual proviene de los 70 años de gobierno del PRI, que traicionó los supuestos ideales retomados de la Revolución —igualdad entre el campo, la ciudad y los obreros, desaparición de la pobreza— y entregó en su lugar olvido y represión.

Al delincuente Alejandro se le olvida que la raíz del narco está en los acuerdos de Salinas de Gortari, Zedillo y Peña Nieto con las organizaciones criminales, luego cárteles, después federaciones y hoy narcoterroristas.

También olvida que la represión que Morena manifiesta es una herencia de los regímenes de Díaz Ordaz con Tlatelolco; de Luis Echeverría con el Halconazo; de Zedillo con Acteal; de Peña Nieto con Atenco y con los 43 normalistas de Ayotzinapa. 

Para la tercera participación, la tribuna fue ocupada por la senadora del Partido del Trabajo, Geovanna Bañuelos, quien pronunció un discurso en torno al supuesto gobierno inclusivo de Sheinbaum, mencionando que ahora a las mujeres se les toma en cuenta y pueden ocupar lugares de importancia como la presidencia de la República.

Este discurso pretende revestir de inclusión a un gobierno que, la senadora olvida, ha dado la espalda a miles de mujeres, entre ellas cientos de desaparecidas y víctimas de feminicidio.

Tal vez Bañuelos no sea consciente de la actualidad del país, lo cual de por sí es terrible, pues ignora casos como el de la madre buscadora de Zacatecas, Aida Karina Juárez, cuyo cuerpo fue encontrado la semana pasada en San Luis Potosí.

El discurso de Bañuelos fue interrumpido por la horda de legisladores del PRI, quienes organizaron un escándalo detestable que hizo perder tiempo a la sesión. A ello se sumó la incapacidad de Gutiérrez Luna para controlar el Congreso. 

Su frustración se hizo evidente cuando a la falta de atención de la bancada del PRI se sumó la de Morena, que coreaba su oración favorita del último año: “Es un honor estar con Claudia hoy”.

Fue hasta que el coordinador de la bancada de Morena, Ricardo Monreal, pidió la palabra que el silencio volvió a la sala. El diputado exigió orden al PRI y aseguró que, si ellos evitaban los escándalos e interrupciones, su grupo haría lo propio, pues habían respetado la participación previa de Alejandro Moreno.

Después, Gutiérrez Luna cedió la palabra a Rubén Moreira, coordinador del PRI, quien inicialmente se mostró diplomático, acordando respetar el orden si la bancada de Monreal lo hacía también. Sin embargo, al más puro estilo de Fernández Noroña, Moreira comenzó a lanzar comentarios pasivo-agresivos contra Morena, cuestionando su capacidad de entendimiento.

Afortunadamente, lo que pudo escalar en un nuevo escándalo culminó con Gutiérrez Luna otorgando la palabra nuevamente a Alejandro Moreno, para que desarrollara la segunda escena de la sesión, acusando ataques y replicando que todo se trataba de una artimaña del gobierno de Morena y no de la suma de sus ineptas decisiones como presidente del PRI y como político.

Después que Monreal pusiera orden, Gutiérrez Luna devolvió la palabra a Bañuelos, quien repitió su discurso anterior y añadió que la independencia de la mujer era cada vez mayor. Minutos después, exclamó su admiración hacia el hombre que permitió la “transformación”, a quien denominó “el gigante de Macuspana”, en referencia a López Obrador.

Y si el discurso no pudiera empeorar, la senadora añadió que fue gracias al trabajo conjunto del PT, Morena y el Partido Verde que se logró incrementar el salario mínimo a un máximo histórico, además de aprobar la reforma para reducir la jornada laboral a 40 horas, aunque esta haya sido decretada como progresiva con un límite en 2030 —año electoral, coincidentemente— y que en ninguna parte del país es aún una realidad, pese a la urgencia de aplicarla para evitar más daño a los trabajadores. 

La cuarta participación fue de la senadora Karen Castrejón Trujillo, del Partido Verde Ecologista de México, quien, entre cientos de halagos a Sheinbaum y al gobierno de la “cuatro te”, se sumó a la celebración de un supuesto incremento en la seguridad, pues afirmó que diariamente se producen 22 muertes menos. Aunque parezca un gran logro, la realidad es que el país sigue siendo un matadero, sobre todo cuando los datos indican más de 300 homicidios a la semana.

Tras el mar de halagos, la palabra fue entregada a la diputada del PAN, Diana Estefanía Gutiérrez, quien entre las extrañas —por decir lo menos— afirmaciones que hizo, mencionó que el supuesto logro de la reducción de la pobreza en 13 millones de mexicanos señalado por Sheinbaum no es tal, pues, según ella, la pobreza se había terminado desde el sexenio de Vicente Fox.

Por si fuera poco lo increíble de la afirmación, la diputada se atrevió a usar a Guanajuato, gobernado por el PAN, como ejemplo de progreso económico, ignorando el problema de inseguridad, reclutamiento forzado, secuestros, extorsión y el creciente número de atentados del crimen organizado.

Finalmente, el coordinador de la bancada de Morena, Ricardo Monreal, tomó la palabra para sumarse a las adulaciones de Bañuelos y Castrejón. Además de reciclar el discurso sobre la inclusión femenina en el gobierno, afirmó apoyar a la presidenta, a pesar de que fue gracias a él que la reforma contra el nepotismo promovida por Sheinbaum en enero pasado no será aplicada hasta 2030.

Durante su discurso, Monreal dijo que en 11 meses de gobierno de Sheinbaum se ha repartido más de un millón de pesos en atención a la pobreza, lo que ha provocado su disminución. Según las declaraciones de Monreal, esto significa que en 11 meses se invirtió una doceava parte del costo de la casa —no mansión, según— del expresidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña. Bajo ese contexto, quizá el ciudadano expresidente debería considerar combatir con más ímpetu la pobreza, sobre todo considerando que un millón de pesos es nada para él, quien hasta hace unos años robaba a un taxista cerca del aeropuerto de la Ciudad de México.

Además, Monreal sostuvo que ha sido gracias al gobierno de la Cuarta Transformación que la dignidad ha sido entregada a los pueblos indígenas, ignorando el agobio de comunidades autónomas por células del crimen organizado, como en Cherán o más recientemente en Ayutla de los Libres, Guerrero, donde 400 personas de 85 comunidades originarias se levantaron en armas tras la masacre de 13 policías comunitarios ocurrida en junio.  

Finalmente, Monreal cerró con una cita de López Obrador, cuyo fantasma sigue presente no solo en el Ejecutivo y Legislativo, sino también, hoy con más fuerza, en el Poder Judicial: “Nos debemos al pueblo, y al pueblo le vamos a responder”. Ello a pesar de que datos afirman que el 95 por ciento de las solicitudes de información hechas a Transparencia para el Pueblo han sido negadas.

Así concluyó la primera de muchas sesiones donde los intereses individuales y partidarios usan como peones a los millones de mexicanos que vivimos en medio de sus leyes hechas al dedazo y resumidas y leídas por ChatGPT.

Aquí, solo el ciudadano pierde.

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